El uso extendido de los smartphones favorece los consumos culturales simultáneos y “a la carta”. Así lo revela la segunda edición de una encuesta realizada en todo el país por el ex Ministerio de Cultura de la Nación a través del Sistema de Información Cultural de la Argentina (SInCA).
Cada vez tenemos menos tiempo y más oferta cultural. La mutación digital modela el consumo cultural de los argentinos. De acuerdo con los resultados de la última Encuesta Nacional de Consumos Culturales (ENCC), la exigencia cultural de hoy es la simultaneidad y la portabilidad, por eso, la estrella de los consumos culturales contemporáneos es el celular 4G.
Precisamente el crecimiento de internet como consumo cultural y la gravitación cada vez mayor de los teléfonos celulares son los rasgos más salientes que se desprenden de la segunda edición de la ENCC, realizada en todo el país entre mayo y julio de 2017.
Al igual que en la edición de anterior (2013), la ENCC 2017 señala que entre el 80 y el 96% de los argentinos escucha música, ve televisión y utiliza internet, confirmando que los consumos más extendidos son aquellos que pueden realizarse simultáneamente con otras actividades.
Sin embargo, mientras que en 2013 internet era sinónimo de PC de uso hogareño (no se había extendido la red 4g), en 2017 el uso de internet es una de las prácticas más realizadas por la población y la que se realiza durante mayor cantidad de tiempo en promedio diario.
Otra referencia en el crecimiento del consumo de internet es el uso extensivo de las redes sociales, que absorben la mayor parte de nuestro tiempo en la web: pasamos algo más de 4 horas diarias conectados y dedicamos en promedio casi 3 horas por día a las redes sociales. La encuesta revela que casi un 65% de la población tiene cuenta en Facebook y un 30%, en Instagram.
La expansión de la red de internet móvil favoreció el crecimiento de las prácticas culturales que pueden desarrollarse en simultáneo con otras actividades cotidianas, como escuchar música y mirar televisión. Prestar atención exclusiva a una práctica o consumo determinado es algo cada vez menos usual. La digitalización y la portabilidad favorecieron una modalidad de consumo ágil y con prevalencia de contenidos breves: cae la lectura de libros, pero proliferan varias actividades realizadas en internet que implican lectura, como la participación en blogs o redes sociales; cae la asistencia al cine, pero aumenta el consumo de contenidos audiovisuales a través de plataformas on-demand o sitios online; cae la compra de discos físicos, pero cada vez se escucha más música en internet.
La disponibilidad de todo tipo de contenidos al alcance de nuestras manos y en cuestión de segundos, aumenta el costo de oportunidad en el uso del tiempo, ya que elegir una actividad en particular implica dejar de hacer muchas otras. Nuestro tiempo de atención exclusiva se vuelve cada vez más escaso, es por eso que se ven sumamente afectadas prácticas como ir al cine o a recitales, que implican desplazamientos, un costo específico de dinero y atención completa del espectador.
Estos cambios en los patrones de consumo también han tenido su correlato en el gasto cultural, que aumentó sensiblemente, y su composición. Para estar conectado y acceder libremente a diversos tipos de contenidos digitales es necesario destinar más recursos económicos, en detrimento de consumos analógicos.
Estos son algunos de los datos relevados por el SInCA en la Encuesta Nacional de Consumos Culturales que se presentó en el marco del Consejo Federal de Cultura, en San Carlos de Bariloche.
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Fuente: Recursos Culturales
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