Al día de hoy nadie duda de que la creación de un mercado único digital en América Latina sería uno de los grandes hitos en la historia moderna de la región.
A nivel económico supondría un fuerte impulso para un sector que está llamado a convertirse en uno de los motores del crecimiento global en las próximas décadas, y que en América Latina tiene enormes posibilidades de expansión. De hecho, entre 2005 y 2014 la digitalización contribuyó en USD 208,7 mil millones al PIB regional, según un informe reciente, y representa el 5,13% del Producto Bruto de Argentina, Brasil, Colombia y México combinados.
Desde la perspectiva social los beneficios también son evidentes: un mercado digital latinoamericano contribuiría expandir y a agilizar los servicios de banda ancha y, paralelamente, fomentaría el nacimiento de nuevos emprendimientos, de empleos de calidad y facilitaría el intercambio de bienes y servicios en línea.
Ante unos beneficios tan evidentes, ¿por qué no se ha creado un mercado único digital para América Latina?
La respuesta, coinciden los expertos, tiene que ver con la ausencia de políticas públicas regionales, con marcos regulatorios nacionales demasiado heterogéneos y con infraestructuras digitales que no responden a la demanda de la economía digital.
“Las principales trabas para que un mercado regional sea una realidad son la falta de coordinación en materia de estándares y regulación y con carencias en infraestructura y transporte de mercancías. Por eso, en los próximos años será necesario coordinar las políticas públicas e iniciativas empresariales que se lleven a cabo en los diferentes países al interior de los bloques regionales de integración”, asegura Mauricio Agudelo, experto en TIC de CAF.
Agudelo agrega que también será imprescindible mejorar las infraestructuras digitales, crear un clima emprendedor de servicios y de aplicaciones digitales y que empresas e individuos adopten las nuevas tecnologías.
Configurar un mercado digital regional no es barato
Las economías de la OECD, por ejemplo, destinan un 50% más de recursos a la expansión de redes de comunicaciones en términos per cápita que el promedio de países de América Latina y el Caribe. Actualmente, la región solo invierte un poco más que África y algunos países emergentes de Asia Pacífico. Con estos niveles de inversión, será complicado aprovechar los beneficios asociados a la economía digital, o reducirlas brechas sociales.
Según Agudelo, “la obsolescencia de ciertos marcos institucionales y regulatorios frena el desarrollo acelerado del ecosistema digital, y la ausencia de políticas modernas que respondan a la realidad de la revolución digital limita la competencia sostenible, el desarrollo de infraestructuras, la promoción de mayor conectividad, el desarrollo de las industrias digitales, o la digitalización de las cadenas de producción de los países”.
Cuánto se ha avanzado y cuánto queda
Según un estudio reciente publicado por CAF –banco de desarrollo de América Latina-, entre los principales retos que se presentan para que el mercado digital sea una realidad se encuentra unificar unos marcos regulatorios que hasta la fecha se han desarrollado de manera independiente y en función de las necesidades nacionales. Además, los problemas relacionados con la infraestructura digital, las limitaciones de empresas e individuos para participar en las transacciones en línea o las restricciones al acceso individual a Internet también traban el aprovechamiento de sinergias transfronterizas.
El mismo informe asegura que un mercado digital regional posibilitaría el libre movimiento de bienes, servicios digitales y capital vinculado a la industria digital, ofrecería servicios fácilmente accesibles con normativas compatibles entre países, establecería un esquema intrarregional de libre competencia -sin restricciones o barreras arbitrarias- y garantizaría la protección del consumidor y de los datos personales, independientemente de su nacionalidad o lugar de residencia.
Existen hoy algunas iniciativas que pueden verse como el embrión del mercado digital regional. Tal es el caso del mecanismo de diálogo conocido como la Agenda Digital para América Latina y el Caribe (eLAC2018), que incorpora los desafíos emergentes de la revolución digital y estudia la factibilidad un mercado digital en la región. Además, analiza el impacto de los desarrollos digitales sobre la política pública, y se ha convertido en herramienta para impulsar el acceso y la infraestructura, la economía digital, el gobierno electrónico, la gobernanza de Internet, la inclusión social y el desarrollo sostenible. Además existen iniciativas que deben ser potenciadas al interior de bloques regionales como son la Alianza del Pacífico, la CAN, Mercosur y el proyecto de integración de Mesoamérica.
Este sería un primer paso de lo que debería ser un mercado digital latinoamericano que pueda competir con las economías avanzadas y que contribuya cerrar las brechas tecnológicas de la región. Además, un mercado digital único y eficiente será vital para introducir las nuevas tecnologías en los países de la región y mejorar nuestra competitividad internacional.
Fuente: CAF
No hay comentarios.:
Publicar un comentario