En un momento de cambios tecnológicos, el mercado laboral requerirá de personas adaptables a esa realidad: demanda acelerada de nuevas capacidades y obsolescencia acelerada de las capacidades existentes.
Sin embargo los cambios tecnológicos no están separados de otros factores que pueden perfilar el futuro de la economía y del trabajo humano. Así lo planteó la representante de la OIT, Gerardina González-Marroquín, en el marco del Congreso Trabajo y Trabajadores realizado entre el 2 y 6 de mayo en la ciudad de La Paz.
Para la OIT el futuro del trabajo está influido por cinco factores de cambio: los actores demográficos y de población, los factores tecnológicos, los factores de desarrollo productivo, los modelos empresariales o de emprendedurismo y las formas de contratación, y los factores políticos.
Cinco factores
En los factores demográficos se prevé que para el año 2050 haya 776 millones de habitantes en el planeta, con 20% de adultos mayores entre ellos; para 2100 la proporción de adultos mayores se incrementará a 30%. González-Marroquín dice que esto presionará cada vez más a los mercados laborales y al sistema de protección social, y presionará a la nueva generación joven.
En los factores tecnológicos, América Latina tiene un pequeño rezago en el uso de Internet pero esa brecha es más grande a nivel de la robótica. La OIT considera que, en la próxima etapa de revolución industrial en innovación de productos y servicio, las calificaciones y las habilidades de los individuos serán la clave.
En un momento de dominio de la tecnología, la ocupación laboral de los individuos depende de dos rasgos: demanda acelerada de nuevas calificaciones y obsolescencia también acelerada de las habilidades existentes. Todo esto requiere cambios a nivel de los sistemas educativos. Se calcula que un niño de la actualidad atravesará por siete trabajos en su vida laboral, y cinco de ellos todavía no existen como tales.
El desarrollo productivo es otro factor condicionante para definir los rasgos del trabajo. González-Marroquín explica que los hechos se definirán a partir de saber a qué lado se inclina la balanza: se avanza hacia la diversificación productiva o se perpetúa en la concentración, genera igualdad o profundiza en la desigualdad, es sostenible o no. La idea es generar más crecimiento (incrementar el ingreso per cápita) con la expectativa de que a su vez esto mejore el nivel de vida.
“Diremos que un futuro de trabajo mejor depende de que se apliquen políticas para el desarrollo productivo, así como de talento humano para promover desarrollo inclusivo con más y mejores empleos”, dijo.
Las nuevas tecnologías permiten pequeños negocios y formas de contratación, es decir “innovaciones” en los modelos de negocios, y esto a su vez relaciones laborales con base en encargos, trabajo a pedido, economía colaborativa, terciarización, trabajo autónomo por cuenta propia, trabajo temporario y trabajo a tiempo parcial. Esto implica una mayor parte de los trabajadores con bajos ingresos, ausencia de seguro de salud, sin pensión, precariedad e inseguridad, disolución de las relaciones de trabajo, asimetría entre empleadores y trabajadores, reducir las posibilidades de sindicalizarse.
Factores políticos
Finalmente están los factores políticos, entre ellos el principal está fisurado pues es evidente que el diálogo social está débil, las visiones políticas y estratégicas de las partes (empleadores, empleados, gobierno) están muy encontradas.
Desde su nacimiento en 1919, la OIT se propuso responder a problemas que aún tienen plena actualidad: duración de la jornada de trabajo, contratación de mano de obra, lucha contra el desempleo, garantía de un salario mínimo vital, protección contra enfermedades y accidentes laborales, necesidad de un sistema de pensiones, protección de niños y jóvenes.
El Congreso Trabajo y Trabajadores realizó la mesa La OIT en América Latina: pasado, presente y futuro, en la que junto a González-Marroquín participaron otros investigadores.
Fuente: Pieb
Imagen: Los Andes
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