No todo el mundo conoce Anna Ajmatova, cuyo nombre real fue Anna Andreyevna Gorenko, poetisa rusa de gran calado en el siglo XX. Por poco obtuvo el premio Nobel el año mismo de su muerte, 1966; logro que quizás habría obtenido si hubiese vivido en la actualidad. Su estilo era estimado como sumamente original por sus contemporáneos. A pesar de su rechazo del régimen estalinista, y la censura a la que este la sometió, nunca abandonó la Unión Soviética, cosa que no era común entre los disidentes de la época. Muchos de ellos estaban exiliados, encarcelados o fueron asesinados.
Ajmatova fue integrante del llamado acmeísmo o akmismo (nombre originado en la palabra griega acmé, relativa a la madurez, apogeo o cumbre de algo), una corriente o movimiento literario contrario al simbolismo ruso. Otros de sus más destacados representantes fueron Nikolái Gumiliov o Serguéi Gorodetski. Se trata de un estilo poético que defiende la claridad y la sobriedad; lo concreto frente la abstracción místico-religiosa (elementos, estos últimos, típicos del simbolismo y de otros muchos estilos poéticos). El estilo de Ajmatova aspira a ser preciso, no ambiguo y ultramundano. Pensemos que el propio concepto de «símbolo», que caracteriza a la corriente contraria, es en sí mismo integrador de muchos significados. Esa es la naturaleza misma del símbolo: la ambivalencia, la ambigüedad. El acmeísmo es la némesis misma de tal enfoque anticoncreto.
En este sentido Ajmatova es una especialista a la hora de diseccionar la experiencia amorosa por medio de su poesía (al menos, en sus primeros años). Su obra no carecería de lo que María Zambrano denominó «razón poética». Su poesía remite a un conocimiento del mundo y los fenómenos que lo constituyen, sobre todo los sentimentales y emocionales. Su obra expresa una verdadera anatomía del amor entre un hombre y una mujer. Su poesía se compone de breves fragmentos, tratando de reflejar el modo en que pensamos los humanos en el mundo real.
La obra de Ajmatova evolucionó con el tiempo y desembocó en Réquiem, obra escrita en un periodo entre 1935 y 1961. Su cariz político, contrario a las purgas estalinistas, hizo que fuese una obra desconocida para la mayoría, a causa de los peligros que podía suponer para la propia vida de la autora. El libro en ruso apareció finalmente en Alemania en 1963. No fue publicado en la URSS hasta 1987. Terminó por convertirse en la más grande obra poética sobre la Gran Purga.
Réquiem está escrita, en ocasiones, en primera persona, y en otras, en tercera. La autora pone de relieve el dolor del que es presa, que externaliza y modela en la universalidad, poniendo este en conexión con el sufrimiento de otros que puedan haber compartido experiencias similares. Hay, pues, en Réquiem un elemento de trascendencia, una pesadumbre y laceración trascendentes. Es posible interpretar tal enfoque como un modo de buscar consuelo por parte de la poetisa, de hallar en ese dolor coexperimentado un bálsamo, pues el padecimiento compartido tiende a atenuar la aflicción; cuanto menos, se elimina el factor de soledad que agrava el malestar.
Aunque Ajmatova temía por su vida y por las consecuencias que podía entrañar la publicación de este libro (junto con su mera escritura), la pulsión a materializar dicha obra fue superior a sus miedos. Esta es la naturaleza de la verdadera vocación, la llamada o voz (en este caso del literato) que nos obliga a actuar y desarrollar una actividad a pesar de las condiciones desfavorables que la realidad impone a tal realización. Hay que decir que algunas de las mejores obras literarias han sido creadas en circunstancias por el estilo. Ajmatova pudo pensar en publicar su libro solamente tras la muerte de Stalin, en 1953. El peligro más apremiante parecía haberse desvanecido al fin.
Imagen: Bestia Lectora
Fuente: Ethic
No hay comentarios.:
Publicar un comentario