En un momento en el que la inteligencia artificial redefine los límites de lo humano y las criptomonedas buscan “casos de uso” concretos que vayan más allá de la especulación, surge un proyecto que combina filosofía utópica, disrupción tecnológica y ambición financiera. Cofundado por (nada menos) que Sam Altman, director de OpenAI –la organización detrás de ChatGPT–, la criptomoneda Worldcoin propone una solución radical al desafío de la identidad en un mundo saturado de bots, deepfakes y automatización acelerada.
La premisa es simple: utilizar datos biométricos –específicamente escaneos de iris– para crear un sistema de identidad digital universal. A cambio del registro, los usuarios reciben tokens Worldcoin (WLD), lo que genera una intersección inédita entre identidad descentralizada, inclusión financiera y blockchain. La operación está respaldada por Tools for Humanity, una startup con sedes en San Francisco y Berlín cuyo objetivo es doble: verificar la humanidad en entornos digitales y, en el largo plazo, habilitar la renta básica universal mediante tecnología “cripto”. En palabras de Altman: “El acceso universal a la economía global del futuro requerirá una nueva forma de identidad confiable, digital y sin control estatal centralizado.” Su visión, lejos de ser meramente técnica, plantea un rediseño estructural de cómo accedemos a servicios, plataformas y transferencias de valor en la era post inteligencia artificial.
Para algunos, Worldcoin encarna la idea libertaria de una élite tecnocrática convencida de que el futuro debe ser diseñado por emprendedores visionarios y no por gobiernos electos. Una moneda global, sin Estado, sin regulación y –al menos en teoría– fuera del control humano (sin bancos centrales que diluyan su valor). Esta ambición resuena con el ideario de Peter Thiel, quien en 2009 escribió para el Cato Institute un ensayo que hoy parece profético: “The education of a libertarian”. Su propuesta es desmontar el aparato estatal, debilitar la regulación bajo el pretexto de alcanzar la supremacía en la carrera por la inteligencia artificial y trasladar el poder desde las democracias hacia quienes controlan la infraestructura digital. ¿Puede una moneda “sin control humano” estar realmente fuera del control de alguien? ¿O estamos, más bien, presenciando el traspaso silencioso del poder desde las naciones Estado hacia los centros de datos?. Imposible descartar la advertencia del futurólogo Yuval Noah Harari: “quien controle los datos, controlará el futuro de la humanidad”. Sin duda, Worldcoin entra en esa categoría.
Más allá de la controversia por el escaneo del iris y del debate sobre soberanía digital, la pregunta que realmente importa para un inversionista es simple: ¿Vale la pena apostar por Worldcoin hoy? ¿Y si estamos ante una oportunidad similar a la de haber comprado bitcoin cuando valía unos dólares? El token WLD cotiza actualmente alrededor de $1.15 dólares (aprox), lejos de su máximo de $11.80 alcanzado en marzo de 2024, pero ya duplicó su valor desde los mínimos de $0.58, impulsado por mejoras técnicas, anuncios de adopción y el respaldo de Sam Altman, el mismo que está liderando la carrera global por la inteligencia artificial. ¿No es precisamente así como comienzan las leyendas del mercado como Bitcoin, con una idea incómoda, un precio insignificante y una narrativa que aún no ha sido comprendida del todo?
Detrás de este proyecto no hay un entusiasta anónimo del criptoforismo (como en el caso de Bitcoin), sino uno de los arquitectos actuales del futuro digital: el mismo que está moldeando la inteligencia artificial que transformará el trabajo, la educación y la economía global. Si Altman cree que Worldcoin será la infraestructura financiera de la era posthumana, ¿no valdría la pena escucharlo con más atención? Tal vez, en esta criptomoneda aún incomprendida, esté germinando una nueva forma de capital: no solo financiero, sino civilizatorio. Porque si el futuro será gobernado por sistemas automatizados de IA, ¿no tendría sentido apostar por la moneda con la que ese mundo quiere operar?
Analistas e inversionistas reconocidos proyectan escenarios ampliamente divergentes para Worldcoin, reflejando tanto su potencial disruptivo como su alto nivel de incertidumbre. En el escenario optimista, firmas como Grayscale, Binance Research y LongForecast estiman que el token podría alcanzar entre 12 y 20 dólares en 2025, de 6 a 10 veces su precio actual. CoinCodex previó hasta 9 dólares en enero de 2025, mientras que estimaciones más especulativas exploran precios cercanos a los 20 dólares sí Worldcoin escala masivamente su base de usuarios, de los 15 millones que tiene actualmente hacia los mil millones proyectados por su equipo.
A largo plazo, medios como Bitcoinist visualizan cotizaciones de 15 dólares hacia 2030 si se consolida la adopción de sistemas de identidad digital descentralizada. Pero la propuesta de valor de Worldcoin no radica únicamente en la especulación. Su caso de uso como infraestructura de identidad digital global responde a un vacío real: en muchas regiones del mundo –especialmente África, Asia y América Latina– los sistemas de identidad son fragmentarios, costosos o excluyentes. En ese contexto, una solución portátil, descentralizada y con incentivos económicos podría resultar irresistible.
Las posturas frente a Worldcoin son tan diversas como el alcance de sus ambiciones, y reflejan tanto entusiasmo como preocupación ante lo que podría ser una nueva arquitectura del poder digital. Sam Altman lo defiende como una infraestructura esencial para repartir los frutos de la inteligencia artificial en forma de identidad digital y renta básica universal, aunque admite que, por ahora, su valor proviene más de la especulación que de fundamentos sólidos. Vitalik Buterin, creador de Ethereum, reconoce que Worldcoin intenta resolver un problema real –la verificación de humanidad sin gobiernos–, pero advierte sobre graves riesgos: erosión de privacidad, dependencia de hardware propietario y posibles vulnerabilidades si la red no se descentraliza del todo.
Desde el mundo cripto, Alex Blania (CEO de Worldcoin) insiste en escalar hacia mil millones de usuarios con expansión global y mejoras técnicas, mientras firmas como a16z y Khosla Ventures respaldan el proyecto con capital significativo. Pero no todos están convencidos: voces como Shubh Varma denuncian que WLD es una “moneda de capital de riesgo” inflada por sus patrocinadores. A la crítica más frontal se suma Edward Snowden, quien alertó sobre el riesgo de crear una base biométrica global al servicio de actores privados. Worldcoin, en definitiva, está en la intersección entre la promesa tecnológica y el dilema ético, entre el potencial de una nueva disrupción financiera y el peligro de un nuevo tipo de vigilancia.
Fuente: Letras Libres
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