Frente a la digitalización forzada y acelerada de bienes y servicios que se dio como consecuencia de las políticas de aislamiento y distanciamiento social en la actual pandemia, las instituciones públicas se han enfrentado a la necesidad de evaluar sus capacidades digitales y encarar procesos repentinos de adopción tecnológica e implementación de soluciones innovadoras.
Las capacidades de respuesta han sido muy diversas, tanto entre los diferentes niveles de gobierno —nacional, provincial y municipal—, como dentro de una misma gestión, en cualquiera de los tres niveles. En un mismo gobierno pueden existir áreas que ya venían haciendo inversiones y modernizando sus sistemas, y otras que quedaron rezagadas. Estos contrastes se dan en ámbitos clave para la contención de la pandemia: integración e interoperabilidad de datos; habilidades técnicas para el análisis y diseño de políticas basadas en evidencia; disponibilidad de recursos, y capacidades para la implementación de iniciativas tecnológicas.
Este contexto brinda a los gobiernos locales, provinciales y nacionales la oportunidad de pensar su resiliencia digital de corto y mediano plazo. Tanto a nivel nacional, como provincial y municipal, el Estado debe capitalizar la tecnología y la innovación y unificar sus capacidades, no solo para minimizar los riesgos actuales, sino también para anticipar posibles adversidades futuras y salir fortalecidos de esta crisis.
Las ciudades, en particular, han debido enfrentar una disrupción total en sus dinámicas habituales. Las características que las definen —la alta densidad de su población, el elevado nivel de movilidad y los medios de transporte compartidos— las convierten en uno de los principales focos de contagio de covid-19. Es muy probable que la pandemia genere un cambio permanente en los parámetros de convivencia urbana que conocimos hasta ahora. Resulta interesante, por lo tanto, analizar algunas tendencias que se observan en el contexto actual, que pueden trascender la coyuntura y dar forma a una gestión más inteligente de los servicios públicos y la vida digital de las ciudades en la pospandemia.
En primer lugar, la crisis de covid-19 ha sido un acelerador inesperado de la digitalización de los servicios públicos. El cambio obligatorio en los procedimientos internos de la administración pública, junto con la implementación de trámites a distancia, acelera una tendencia que trasciende la coyuntura y pone de manifiesto la importancia de planificar y fortalecer las capacidades digitales de los gobiernos. Desde programas de capacitación para el personal hasta inversión en infraestructura, junto con reingeniería de procesos y la integración de sistemas, es probable que la mayoría de los gobiernos vaya a priorizar estas iniciativas en sus planes de innovación de cara al futuro.
En segundo lugar, la gestión de la pandemia ha puesto de relieve la necesidad de implementar análisis estadísticos y gestión de datos públicos con herramientas más robustas y sofisticadas. La toma de decisiones basada en evidencia es y será cada vez más necesaria para dar respuestas efectivas y a tiempo. A su vez, la evaluación de las políticas públicas y los programas con impacto social a partir de evidencia rigurosa permite distinguir qué funciona y qué no, y por qué, y calibrar así las iniciativas implementadas. Este es un aspecto central para el desarrollo de políticas públicas más efectivas en un contexto de recursos limitados, donde resulta vital cuidar el aporte de los contribuyentes.
En tercer lugar, la crisis a partir de la pandemia trajo aparejadas ciertas iniciativas basadas en la aplicación de tecnologías para el autodiagnóstico de las personas, el rastreo de contactos, el análisis de flujos de movimiento, entre otros, que develaron una serie de interrogantes respecto de la privacidad y la protección de datos personales. Por ejemplo, ¿qué tan privado y público es volcar los datos en el celular? ¿Cómo se comparten y qué tan anónimos son? ¿Quién es el responsable de proteger nuestros datos personales? ¿Quién es el propietario de los datos? ¿Cómo esperamos que funcione el seguimiento digital en la vida pospandemia? ¿Estamos frente a un cambio de paradigma en relación al uso de los datos personales? La gobernanza de datos deberá ser una prioridad para garantizar el valor público de los datos y el control democrático de la información personal.
En cuarto lugar, esta pandemia desnudó la realidad entre quienes tienen acceso a las tecnologías de comunicación y habilidades para usarlas y quienes no. De manera acelerada y coyuntural, el teletrabajo, la educación en línea o la telemedicina se han convertido en la forma de operar durante la crisis, pero no todos pudieron hacer esta conversión y las desigualdades se intensifican. En la pospandemia, las políticas asociadas a cerrar la brecha digital deberán convertirse en una prioridad.
La pandemia continuará poniéndonos a prueba y exigiendo que estemos preparados para las rondas posteriores de reinfección y contención. Las lecciones de los últimos meses son tan valiosas como dolorosas. Ahora es el momento de capitalizarlas y construir la resiliencia digital de nuestras ciudades. En el futuro, las ciudades integrarán mucha más información. Combinarán información de los servicios públicos y de la ciudad en general, de las personas, los comercios y las empresas, promoviendo un esquema de organización social y una economía local más inteligente y basadas en datos.
Imagen: TodoFondos
Fuente: Antropología Urbana
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