domingo, 4 de agosto de 2024

Experta en Venezuela sostiene que el fraude fue burdo y que esta vez es diferente a las anteriores


Tamara Taraciuk Nació en Venezuela, de padres argentinos. Durante una década “cubrió” la realidad del país caribeño para Human Rights Watch, y ahora para el centro de estudios Diálogo Interamericano, lo que le permite tener una red de vínculos e información privilegiada sobre lo que allí ocurre. Su mirada hoy es que estamos ante un momento bisagra del proceso chavista, pero que la situación empeorará, antes de mejorar.

-¿Le sorprendió lo que pasó el domingo en Venezuela? ¿Podría haber sucedido otra cosa?

-No. Yo creo que era el desenlace más previsible. Me parece que en el gobierno calcularon mal el margen con el que podía ganar la oposición. Estas elecciones eran importantes para que el gobierno recuperara cierta legitimidad internacional, que era lo que buscaba. Y por eso las dejaron andar tanto. Y no lo sacaron a Edmundo González del juego antes. El gobierno necesitaba un hecho político que le permitiese volver al contexto internacional con cierta legitimidad. Luego fueron tratando de acortar la brecha, o sea, todas las movidas oscuras que hicieron para limitar el ejercicio libre del voto, fueron para eso. Estas elecciones no fueron libres ni justas, pero ocurrieron. Y el fallo del cálculo del resultado los dejó sin opciones, porque no podían reconocer que habían perdido por ese margen tan grande. A mí no me sorprendió en ese sentido.

-¿Por qué necesitaban esa legitimidad internacional? Porque en los hechos, a partir de la guerra de Ucrania, y por la necesidad de nuevas fuentes de petróleo, es como que el mundo occidental lo estaba legitimando a Nicolás Maduro, ¿no?

-Lo que hubo durante un tiempo largo fue una especie de proceso de normalización de lo que pasaba en Venezuela. Pero en el país nunca dejó de haber tres crisis simultáneas. Está la arremetida contra los opositores, está la emergencia humanitaria y está el éxodo masivo de casi 8 millones de venezolanos. Eso no cambió, solo que no estaba en el radar de la opinión pública y se empezó a generar una sensación de normalización. Sumado a que la situación en Caracas era una burbuja. Ibas a Caracas y tenías restaurantes, tenías autos, tenías una economía que funcionaba, aunque era carísima. Había una sensación general de que la cosa estaba marchando más o menos normal. Eso vino de la mano con que empezaron a entablar estas conversaciones en Barbados, en Qatar, para intentar levantar las sanciones que complican para ingresar a ciertos mercados. Ni Rusia, ni China, ni Irán, ni Cuba han podido salvar la economía venezolana en todo este tiempo. Venezuela necesita poder vender el crudo, y es un crudo muy especial porque es un crudo muy pesado que tiene que ser procesado, y para eso necesita acceso a ciertos mercados, que no tiene si Estados Unidos no levanta las sanciones. Y este intento de negociación y de dar ciertas concesiones y de permitir las elecciones y legitimarse, era como la cereza del postre para poder volver a los mercados. No era una motivación democrática.

-¿Quién manda en Venezuela hoy? ¿Maduro manda?

-En Venezuela no hay un poder monolítico hoy. O sea, cuando Hugo Chávez gobernaba, un poco por su carisma, un poco por la situación económica del país, donde tenía mucho dinero que venía del petróleo, y por la forma en la que llegó al poder… Chávez llegó al poder porque durante décadas dos partidos políticos le dieron la espalda a la gente. Y llegó un tipo con el discurso de representar a los más vulnerables. Toda esa combinación de factores hizo que él pudiese aglutinar un montón de poder. Y todos respondían a esa directiva. Con Maduro no funciona así. Maduro tiene alianzas, que son producto de negocios y lealtades que tienen que ver con eso. Entonces, las fuerzas armadas juegan un papel importante, pero ahí lo que rige es la corrupción y el narcotráfico que han tomado la institucionalidad del país. Y vínculos que tiene el gobierno también con grupos armados ilegales que operan sobre todo en las fronteras con Colombia y con Brasil. En el sur las minas de oro y hacia la frontera con Colombia un territorio donde opera el ELN como si estuviera en su casa. Entonces, hay diversos grupos de poder dentro de Venezuela hoy. Lo que yo creo que es interesante ahora es que se están aglutinando alrededor de Maduro los que no ven una salida y creen que lo único que les queda es aferrarse brutalmente al poder. Pero no son todos. Y el gran desafío ahora es que ahí sí hay una oportunidad. Con Maduro no se puede negociar. Maduro lo que va a hacer es comprar tiempo para quedarse en el poder. Lo que sí es interesante es abrir la oportunidad para que los que no son de ese grupito chiquito, puedan ver que hay un puente de plata hacia una transición democrática que les permita subsistir políticamente fuera de la cárcel.

-En la campaña María Corina Machado y otros líderes opositores hablaron de una amnistía, pero en realidad no tienen una salida, porque las leyes internacionales no lo habilitan. Históricamente, después de las dictaduras militares, o de conflictos, siempre ha habido amnistías. ¿Este sistema internacional no complica más la salida de las crisis?

-La gente que está en el poder en Venezuela cometió dos grandes tipos de delitos: violación a derechos humanos, y delitos de corrupción, narcotráfico, lavado de dinero. Cuando mirás los delitos de violación a derechos humanos, ahí es donde el derecho internacional tiene una línea roja súper clara. Si hay alguien que implica un crimen contra la humanidad, no le vas a poder garantizar una amnistía. El futuro de esa gente solo puede ser garantizado por sus amigos no democráticos, que no se rigen por ese derecho. Pero sacando del juego a los responsables de los delitos más graves, en el alto mando y algunos mandos medios, hay mucha gente que cometió delitos, con los que el derecho internacional sí permite ciertas medidas de perdón, con requisitos. Y en los otros delitos, de corrupción, narcotráfico, tenés una oportunidad incluso mayor. En Venezuela hay más gente que robó que gente que cometió crímenes contra la humanidad. Entonces, ese es un universo de personas que el derecho internacional dice, sí, hay que investigarlos, que no haya impunidad, pero les da a los fiscales absoluta discreción, en realidad, para hacerlo. Hoy hay dos escenarios para Venezuela. No hay ninguna posibilidad, técnicamente hablando, que convenzan a nadie del resultado electoral que anunciaron el domingo. No la hay. O sea, por cómo funciona el sistema electoral venezolano, una auditoría de los resultados nunca les va a dar bien. Entonces, o tiran todo eso por la borda, y van directo a ser una dictadura pura y dura, y ahí sí pierden la legitimidad y el acceso a los mercados. O se abre un proceso de negociación. La pregunta es, ¿cómo van a jugar los que no están en la cúpula, que tienen la sentencia asegurada?

-La experiencia previa en casos como Nicaragua o Cuba, muestra que la crisis económica, la desesperación, la falta de legitimidad internacional, que uno podía pensar que tenían que generar alguna reacción, sobre toda a nivel militar, no siempre tienen consecuencias. ¿Hay alguna posibilidad de que eso pueda pasar en esta ocasión?

-Yo creo que esta ocasión es distinta a las anteriores. Primero, por primera vez en muchísimos años, tenés una oposición realmente unida buscando una ruta electoral. Y eso hace que la respuesta internacional haya sido la que fue el domingo. O sea, no hay nadie que defienda a Maduro, que no sean los más antidemocráticos del mundo. Segundo, por primera vez en muchísimo tiempo la oposición ganó en zonas en las que nunca había ganado, donde siempre el gobierno ganó por lejos. Entonces, hay un hartazgo generalizado. Y tercero, lo que consiguió la oposición, sobre todo María Corina Machado, es conectar con una base social con la que nunca habían conectado. Ella les habla a las madres como ella, que perdieron a sus hijos que emigraron. Ella es de élite, pero logró conectar con gente de otros sectores sociales. Sobre el tema militar, yo creo que hay que dividir entre los que hacen plata con el gobierno y los que sufren la situación económica en el país. Y si vos miras incluso en las fuerzas armadas, tenés las dos cosas. Los que están arriba hacen plata por los vínculos sucios con el gobierno, pero los soldados, la gente que está abajo, no está así. Hay videos de estos últimos días de policías sacándose el uniforme, dándose vuelta y participando de las protestas. O sea, yo no creo que esté garantizado el final feliz, pero hay condiciones que antes no había.

-¿Cómo entendés el rol de Lula da Silva y de Brasil ante esta crisis?

-La ideologización de la política exterior ha sido un problema grave en América Latina durante el último tiempo. Y el único gobierno de izquierda que ha sido consistente en todo esto ha sido el de Boric. Pero Petro y Lula tienen mucho más espacio para negociar y deberían tener mucho más interés en resolver lo que pasa. No es casual que, con Estados Unidos, sean los tres gobiernos más preocupados. Hay una encuesta que dice que un cuarto de la población venezolana tiene planes de irse del país si el resultado electoral no es el que esperan. Entonces, todo indica que va a haber un aumento de la migración muy grande y la mayoría se irá para Brasil y Colombia. O sea, ahí hay un interés directo. Yo creo que tanto Petro como Lula han mostrado cierta ideologización en la manera de lidiar con la crisis venezolana. Pero Maduro le hizo un favor a la causa de la democracia haciendo las cosas tan mal el domingo; es tan burdo que es indefendible. Lula y Petro tienen la oportunidad de mostrar de qué lado están. Y hoy, con lo burdo que fue el fraude del domingo, les queda muy difícil defender a Maduro.

-¿Cuál crees que es el escenario más probable de acá a seis meses?

-Yo creo que esta elección es un hecho político que abre un espacio de negociación, que se va a dar de acá hasta enero. Pero las cosas se van a poner peor, antes de mejorar. La represión va a recrudecer con el propósito de inhibir a la gente que salga a manifestarse. La gente se movilizó voluntariamente. O sea, después de las elecciones, vos veías gente que bajaba de los cerros, las zonas más populares, caminando hacia Miraflores. Por eso parte de la represión está dirigida a las zonas más populares. Y la hacen no mediante la policía o la Guardia Nacional Bolivariana, como antes, sino con los “colectivos”, que son estos grupos armados irregulares. Estamos en un momento donde hay que pensar afuera de la caja. Creo que una negociación solo va a ser exitosa si se les da incentivos adecuados, insisto, legales, aunque sean moralmente desagradables, a ciertas personas para que hoy no repriman, reconozcan los resultados electorales y no sigan ciegamente órdenes de los que están en el poder, porque son ellos los que de veras no tienen alternativa. Allí entiendo que hay una oportunidad.

Fuente: El Pais

No hay comentarios.:

Publicar un comentario