lunes, 9 de noviembre de 2020

Los Julio Verne del siglo XXI: la importancia de imaginar el futuro para diseñar los servicios de infraestructura hoy


La nueva publicación bandera del BID “De estructuras a servicios: el camino a una mejor infraestructura en América Latina y el Caribe” está abierta para leer en línea o bajar. El libro presenta una concepción más abarcativa de qué es la infraestructura. Las grandes innovaciones y disrupciones en la infraestructura y sus servicios han sido el motor de muchas de las grandes transformaciones que han permitido moldear el mundo en el que vivimos. En esta entrada, tomamos una perspectiva histórica para tornarlo evidente.

La infraestructura es mucho más que estructuras

La infraestructura no es un concepto particularmente proclive a despertar nuestra imaginación. Cuando pensamos en ella inmediatamente la asociamos con grandes estructuras inamovibles tales como puentes, aeropuertos o plantas de generación eléctrica, que han sido construidas para perdurar por largos períodos de tiempo. Nuestra visión de la infraestructura es estática, y establecer un vínculo con la disrupción y la innovación parece un oxímoron. Sin embargo, la infraestructura es mucho más que estructuras; pensemos por ejemplo un aeropuerto. Un aeropuerto es el concreto de la pista de aterrizaje y las terminales de llegada y salida para pasajeros, pero también es la tecnología y servicios que permiten el vuelo, una fantasía constante con la que el ser humano soñó por milenios.

La infraestructura inspira novelas y mucho mas

En 1873, Julio Verne ambientó su novela La vuelta al mundo en 80 días en un mundo lleno de maravillas. Pero el mundo fantástico que describía Verne no era ficticio, sino el mundo en que vivía cuando escribió aquel clásico de la literatura. Diversas innovaciones de infraestructura que ocurrieron unos pocos años antes de que escribiera su novela inspiraron el relato:
  • Se logró la primera comunicación de alta velocidad entre América del Norte y Europa gracias al cable telegráfico transatlántico (1858);
  • Se terminó de construir el primer ferrocarril transcontinental de América (1869); y
  • El Canal de Suez proporcionó un atajo para llegar al Atlántico Norte empalmando el Mediterráneo con el Mar Rojo (1869).
Dado que todos estos acontecimientos habían hecho al mundo más pequeño, el notable viaje de Phileas Fogg y Passepartout no era ciencia ficción en el momento en que Verne escribió su novela. Sin embargo, es posible que para la mayoría de las personas estos nuevos avances parecieran ciencia ficción.  La literatura jugó en el siglo XIX un rol importante en la difusión de estos avances, permitiendo que se brindaran nuevos servicios y viabilizando nuevos modelos de negocios antes inconcebibles. Los servicios de transporte y comunicaciones que permitieron que Fogg ganara su apuesta no existían una generación antes. Una combinación de tecnologías nuevas (como máquinas a vapor montadas sobre ruedas o barcos) y grandes inversiones en infraestructura (canales, vías férreas y puentes) habían cambiado radicalmente la forma en que se proveían los servicios de transporte y las comunicaciones.

Infraestructura y tecnológica, un vínculo fluido

Julio Verne sabía que la tecnología y la infraestructura están estrechamente relacionadas. Desde entonces, muchos otros han confirmado su observación. La infraestructura puede determinar la dirección y la intensidad del progreso tecnológico en diferentes sectores productivos. Por ejemplo, la disponibilidad de caminos y vías férreas estimuló la adopción de tecnologías que mejoraron la productividad en la agricultura, ya que brindó a los agricultores acceso a nuevos mercados. Y la infraestructura a menudo termina adaptándose a las necesidades de las innovaciones tecnológicas. Por ejemplo, el desarrollo de los aviones modernos generó una demanda de pistas de aterrizaje pavimentadas.

En los próximos años, los nexos entre la tecnología y la infraestructura serán cruciales porque el mundo está experimentando una transformación tan disruptiva como la de la época de Julio Verne, sobre todo en materia de transporte y energía. Muchos titulares de prensa se centran en innovaciones relacionadas con el transporte, como los vehículos autónomos, conectados, eléctricos y compartidos. Las empresas eléctricas tradicionales, que han sido proveedores monopólicos y gestionado redes de distribución centralizadas, seguramente experimentarán cambios radicales en sus tamaños y modelos de negocios debido a la intensa competencia de los “prosumidores” (hogares y empresas que generan y venden electricidad). Los cambios tecnológicos cambiarán fuertemente la organización y gobernanza de estos sectores, que a su vez estarán cada vez más interconectados.

El intercambio de información y la disponibilidad de datos serán cada vez más cruciales para poder proveer servicios de infraestructura modernos. Las tecnologías de la comunicación serán un insumo clave y operarán como facilitadores de las innovaciones en los servicios de transporte, energía y agua. Sin una infraestructura de comunicaciones adecuada, los países no podrán aprovechar los efectos positivos que el cambio tecnológico puede tener en la accesibilidad, la calidad y el costo de los servicios de infraestructura. En cierto sentido, se prevé que las tecnologías digitales “ubericen” los servicios de infraestructura.

Diseñar la infraestructura de hoy pensando en el mañana

Imaginar el futuro entonces se ha vuelto más necesario que nunca. La velocidad con la que los cambios ocurren obliga a diseñar los proyectos y regulaciones de la infraestructura de hoy pensando en el mañana. Las oportunidades que la modernización de los servicios de infraestructura brinda son muy importantes, pero también han aumentado los costos de no estar preparados. Esto es particularmente relevante cuando pensamos en la digitalización de los servicios. América Latina y el Caribe tiene la obligación de establecer una agenda digital que permita acceder a los beneficios de la conectividad digital de forma inclusiva, transformándola en una poderosa herramienta de igualación de oportunidades.

Es muy probable que un Julio Verne del 2020 imagine realidades de ciencia ficción que en muy poco tiempo dejen de serlo. Para lograr que el cambio tecnológico, especialmente la digitalización impulse la productividad y la inclusión en América Latina y el Caribe, la región debe impulsar la competencia por y en el mercado de conectividad digital y buscar alternativas para que los servicios de conectividad sean asequibles. De nuestra capacidad e imaginación para solucionar los desafíos depende que este cuento tenga un final feliz.

Fuente: BID

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