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Si bien esta no es la primera vez que el uso de la tecnología se vincula con cambios fundamentales en la manera de producir bienes y servicios, ¿hay consecuencias únicas de la revolución digital en el mundo laboral?
Para responder a esta pregunta dialogamos con cuatro especialistas en tecnología, organizaciones y trabajo. La respuesta conjunta que surge de sus respectivas investigaciones es la persistencia del factor humano en la digitalización de la economía y la producción.
Shane Greenstein, economista y profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, argumenta en contra del "excepcionalismo de internet", es decir "la creencia de que internet siguió sus propias y únicas reglas económicas, y que tiene poco en común con otros episodios históricos importantes".
Por el contrario, Greenstein sugiere que "una explicación económica coherente y sólida puede clarificar cada característica destacada de la experiencia [de Internet], y esa explicación puede servir como base para las lecciones sobre innovación".
En sintonía con el argumento de Greenstein, Diane Bailey, profesora de la Universidad de Texas en Austin, y Paul Leonardi, que enseña en la Universidad de California en Santa Bárbara, indagaron acerca de los efectos de la tecnología mediante una investigación sobre cómo distintas ocupaciones adoptaron dos innovaciones separadas por varias décadas: la línea de montaje y las computadoras. Los autores encuentran que distintas ocupaciones e industrias incorporaron los cambios de maneras diversas, ya que "los resultados en la introducción de las dos tecnologías fueron establecidos por cómo los gerentes implementaron cada tecnología y cómo los trabajadores la usaron".
Bailey y Leonardi plantean que, aunque parezca razonable esperar que las nuevas tecnologías tengan impactos únicos y predecibles, "cuando las personas comienzan a usar nuevas herramientas aprendemos la misma lección, una y otra vez: los seres humanos tenemos muchas opciones sobre cómo las implementamos y qué efectos las dejamos tener".
La imprevisibilidad del factor humano es para Greenstein una de las lecciones de la evolución histórica de la innovación digital: "muchas de las innovaciones clave quedaron fuera de los pronósticos y las predicciones conocidas, y no fueron anticipadas por las empresas establecidas en informática y comunicaciones".
El rol de las personas en el manejo de las tecnologías es crucial para comprender el presente y los posibles futuros del trabajo. Mary Gray y Siddarth Sury estudian "los humanos que trabajan detrás de la cortina de la inteligencia artificial", la fuerza de trabajo invisible que hace posible muchas de las aplicaciones más populares del entorno digital.
Gray, investigadora senior de Microsoft Research y profesora de la Universidad de Indiana, describe la "paradoja de la última milla de la automatización": aunque la inteligencia artificial e Internet son representadas como carentes de trabajo humano, el análisis de la web encuentra "una amplia gama de personas que participan en lo que llamamos 'trabajo fantasma'". Este tipo de trabajo incluye "tareas como etiquetar una imagen con una palabra clave o buscar en la web direcciones de empresas para corregir entradas de la base de datos, traducir y subtitular películas, o incluso brindar consejos de salud".
Para Gray, "la gran paradoja de la automatización es que el deseo de eliminar el trabajo humano siempre genera nuevas tareas para los humanos. Lo que llamamos 'la última milla' es la brecha entre lo que una persona puede hacer y lo que puede hacer una computadora".
Bailey y Leonardi también destacan la importancia del factor humano y la co-presencia física en la dinámica laboral en la sociedad actual. Aunque las nuevas tecnologías permiten trasladar el trabajo a otros países con menores costos laborales, conformar equipos virtuales, y trabajar sobre simulaciones, "ubicar a los trabajadores distantes entre sí o de herramientas de trabajo físicamente existentes ha conducido a problemas imprevistos".
Estos investigadores agregan que es importante "brindarles a los trabajadores la oportunidad de encontrarse cara a cara, y se involucren con herramientas que de otra manera no encontrarían".
Greenstein hace hincapié en la diversidad del origen del cambio tecnológico al señalar que "muchas innovaciones clave para Internet provinieron de colaboradores en un conjunto de lugares ampliamente dispersos".
¿Qué recomendaciones brindan estos especialistas frente a la importancia del factor humano en los procesos de innovación tecnológica?
Greenstein advierte sobre cómo la concentración en Internet ha llevado a que "las decisiones de un pequeño número de empresas determinan la experiencia de muchos ciudadanos en los espacios cuasi públicos del comercio electrónico y las redes sociales". Y agrega que esta situación ha tenido efectos unificadores a nivel global pero que también han existido efectos negativos. "Muchas plataformas pervirtieron los principios de la libertad de expresión en muchos contextos, socavaron el sentido de la verdad objetiva entre muchos lectores, y proporcionaron canales para unificar algunas de las voces más horribles de odio y prejuicio, que previamente habían permanecido aisladas en las sombras".
Frente a este escenario, el economista de Harvard propone abordajes basados en las personas y no los algoritmos para el sector público y el sector privado. "Desde una perspectiva de políticas públicas, no hay ninguna razón para retirarse de desenmascarar el comportamiento criminal, reducir la misoginia e interferir con el tráfico de drogas y la trata de personas. […] En cuanto a las empresas privadas, les aconsejo que anticipen estos problemas invirtiendo dinero: contraten expertos en administración de comunidades online y capaciten personas, no algoritmos, para implementar políticas sobre el contenido apropiado".
Bailey y Leonardi sugieren que, aunque las nuevas tecnologías puedan remplazar a los seres humanos en algunas tareas, tal vez sería mejor dejar esos trabajos en manos de personas. "Al principio, tal decisión de permitir que las personas sigan haciendo las cosas que una tecnología puede hacer más rápido y de forma más económica puede parecer irracional. Sin embargo, a largo plazo, el mantenimiento de ciertos tipos de conocimientos y habilidades, junto con la intuición humana y la casualidad, puede llevar a nuevas innovaciones importantes".
Gray describe que quienes hacen el trabajo fantasma de organizar, moderar, etiquetar y distribuir contenido reciben salarios menores al promedio, sin beneficios de licencias por enfermedad o maternidad e incluso sin seguro de salud. Esta investigadora argumenta que "la intervención política más importante sería sentar a los trabajadores en la mesa y aprender de sus experiencias actuales". Esto implicaría "dar apoyo a los trabajadores como miembros de una comunidad laboral, donde acumulan beneficios, como licencias, atención médica y herramientas de trabajo y jubilación, con cada minuto que contribuyen a un proyecto".
"Los activos más valiosos que las personas aportan son su creatividad y capacidad para discernir y comunicar lo que ven en el mundo. Los robots no pueden hacer esas cosas de manera significativa, y tal vez nunca puedan", prosigue Gray. En un mundo cada vez más digitalizado, lejos de ser meros engranajes en la máquina, "los seres humanos son más valiosos que nunca".
Imagen: Forbes Mexico
Fuente: Infobae
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