Así como las nuevas tecnologías están cambiando la forma en que interactuamos entre nosotros, también están cambiando la forma de hacer política.
La colaboración abierta también conocida como “crowdsourcing” permite la co-creación de soluciones y procesos más eficientes que benefician tanto a representantes como representados. De esta manera, si bien incipientes y con desafíos, cada vez se encuentran más ejercicios de política colaborativa que fortalecen el diálogo democrático.
A continuación, te presento cuatro maneras en las que el “crowdsourcing” está promoviendo el conocimiento abierto y participación ciudadana para el diseño de políticas públicas.
Constitución colaborativa
A raíz de la reciente reforma política, el conocido DF pasó a llamarse Ciudad de México y así convertirse en la entidad 32 de México. Frente a este contexto, se lanzó una convocatoria de crowdsourcing para enviar propuestas al grupo de trabajo que apoya al Jefe de Gobierno en la redacción del Proyecto de Constitución para la Ciudad de México que comenzará a regir en 2017.
A través de la plataforma Change.org se recopilaron 341 propuestas de 271.000 seguidores. La más popular resultó ser la iniciativa #Ley3de3 que busca obligar a toda persona que reciba o ejerza recursos públicos a hacer públicas sus declaraciones fiscales, patrimoniales y de intereses.
La versión final del texto del Proyecto de Constitución Política de la Ciudad de México será presentada a la Asamblea Constituyente el próximo 15 de Septiembre. Más allá del alcance de las propuestas, este tipo de experiencias ayudan a entender cómo la tecnología brinda nuevas oportunidades de ser escuchado y participar en los procesos democráticos.
Un antecedente similar destacado es el de Islandia en 2011. El proceso constitucional incluyó el intercambio de ideas con los ciudadanos a través de redes sociales como Facebook y Twitter además de correo electrónico y postal. Como resultado de este crowdsourcing se recolectaron 3.300 comentarios para un total de 360 sugerencias.
La propuesta constitucional resultante se aprobó como base de la nueva constitución por dos tercios de los votantes en un referéndum en octubre 2012. Sin embargo, el proyecto de ley basado en él, fue frenado por el Parlamento al año siguiente. Este resultado si bien no es prometedor permite arrojar luz y aprendizajes sobre nuevas formas de abrir la política.
Congreso Abierto
Otra manera en que la política pública se abre al intercambio es para el proceso de diseño de leyes.
Dentro del marco de su iniciativa ciudadana, Finlandia lanzó en 2012 una plataforma de código abierto llamada Ministerio Abierto que permite a votantes registrados elaborar nuevas leyes. Si la propuesta recibe el apoyo de 50.000 ciudadanos en un plazo de seis meses, el Parlamento finlandés está obligado a votar la propuesta. De hecho, esta iniciativa ayudó a dar forma a la ley de matrimonio igualitario que fue aprobada en 2014.
Otro ejemplo es el de Estados Unidos, donde los ciudadanos pueden comunicarse con sus representantes a través de sitios como PopVox el cual crea páginas individuales para los proyectos de ley en el Congreso y permite a los ciudadanos dejar feedback sobre ellos.
En este sentido, y bajo el lema #Hack4Congress, PopVox junto con Opengov y el Ash Center para la Gobernanza Democrática y la Innovación del Harvard Kennedy School desarrollaron una serie de Hackatones en 2015 que permitieron diseñar propuestas para el Congreso estadounidense. Los tres equipos ganadores presentaron sus propuestas en el Capitolio y discutieron las soluciones con miembros la Cámara de Representantes y el Senado.
La legislación a través del crowdsourcing revela desafíos técnicos vinculados a la verificación de identidad. Para afrontar este obstáculo los funcionarios de Finlandia utilizan las API de bancos y proveedores de servicios móviles. De esta manera, los ciudadanos pueden firmar las iniciativas de manera online. PopVox por su parte, exige a sus 250.000 usuarios enviar sus nombres y direcciones para ubicar al votante según su distrito correspondiente.
Propuestas ciudadanas
Otra manera en que los procesos de crowdsourcing se están utilizado en la política es a través de plataformas que fomentan el debate y envío de propuestas por parte de la ciudadanía.
En este sentido, se destaca DemocracyOS que es una plataforma de código abierto creada en Argentina y diseñada para servir de puente entre ciudadanos y representantes electos. Está disponible en 15 idiomas y ya ha permitido varios debates y colaboración en la toma de decisiones.
Por ejemplo, ya ha sido utilizada en Túnez para debatir su constitución nacional; por el Gobierno Federal de México que desarrolla su política de Gobierno Abierto; por el parlamentario más joven de Kenia para consultar a su circunscripción y por el Congreso de la Ciudad de Buenos Aires.
Otra experiencia destacada fue lanzada por la Casa Blanca en 2011 a través de la plataforma “We the People” y que permite a los estadounidenses redactar peticiones digitales al gobierno. Las mismas deben llegar al umbral de 100.000 firmas dentro de los 30 días de su publicación para obtener una respuesta oficial.
Desde su lanzamiento, ya han participado 23 millones de usuarios y se han recibido casi 450.000 peticiones y un total de casi 33 millones de firmas. Uno de los casos emblemáticos sobre el uso de esta plataforma ocurrió en 2012 tras el tiroteo en la escuela primaria de Sandy Hook cuando el presidente Barack Obama respondió directamente por primera y única vez a las 33 peticiones recibidas relacionadas con la ley de control armas.
Proceso electoral
Otro forma en que se está utilizando el crowdsourcing en la política es durante los procesos electorales.
Por ejemplo, durante las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2015 en Venezuela se lanzó una plataforma ciudadana que tuvo como objetivo la recepción, verificación y publicación en tiempo real de denuncias relacionadas con el proceso electoral.
Así, a través de SMS, Twitter, WhatsApp o de la página web, los ciudadanos podían reportar cualquier irregularidad en el proceso electoral con un simple SMS o hashtag en Twitter. Los reportes ciudadanos luego eran verificados por un equipo de curadores y geolocalizados en un mapa digital en tiempo real en línea.
Otra experiencia en la región es la de Voto Social, una aplicación de código abierto lanzada durante las elecciones de Honduras en 2013 que permitió el recuento y validación de actas presidenciales del Tribunal Supremo Electoral.
A raíz de una iniciativa independiente, un grupo de emprendedores tecnológicos puso a disposición información sobre los centros de votación y se convocó a través de redes sociales a voluntarios para verificar los resultados.
De esta manera, 1.200 voluntarios lograron verificar 15.514 de las 16.135 hojas de votos y entre acusaciones de fraude, el conteo colaborativo permitió mostrar casi el mismo resultado que el del tribunal electoral.
Así, más allá del tipo de tecnología que se utilice y desafíos por analizar, iniciativas como estas permiten explorar opciones para fomentar políticas más abiertas y potenciar la participación ciudadana.
Fuente: BID
Imagen: Emaze
No hay comentarios.:
Publicar un comentario