sábado, 30 de enero de 2021

Razones para apagar las pantallas un día a la semana


En julio de 2020 se confirmó que, por primera vez en la historia, más de la mitad de la población mundial usaba las redes sociales. El informe Digital 2020 July Global Statshot, elaborado por Data Reportal en colaboración con We Are social y Hootsuite, demuestra que el número de usuarios en redes sociales aumentó más de un 10% en doce meses –de julio de 2019 a julio de 2020– hasta situarse en los 3.960 millones, o sea, 3,96 ‘billions’ americanos. Es decir: el 51% de la población mundial tiene, al menos, una cuenta creada en alguna de las plataformas de redes existentes. A pesar de lo elevado de la cifra, parece que esta todavía puede ir a más. «El ritmo de crecimiento parece haberse acelerado en los últimos meses, por lo que existe una probabilidad razonable de que veamos un crecimiento rápido en el próximo informe», señalaban los autores en julio del año pasado. Una predicción en la que acertaron, ya que la versión de octubre indica un número total de más de 4.000 millones de usuarios.

Una de las razones del rápido aumento en el número de personas activas en redes sociales es, según el estudio, la situación de confinamiento o quasi-confinamiento derivada de la pandemia. Prácticamente en todos los países del mundo, los ciudadanos se han visto obligados a pasar más horas en casa que nunca, ya sea por las restricciones de movilidad o por la tendencia a continuar con el teletrabajo una vez superados los meses de confinamiento estricto. Si bien es cierto que el consumo digital ya registraba antes cifras muy altas, en 2020 las pantallas se han convertido en un apéndice prácticamente inseparable de la mayoría de las personas. En el caso de España, el tiempo mirando pantallas ha aumentado tres horas diarias respecto al consumo previo a la pandemia, como indican los datos del informe Screen pollution y la COVID-19.

Ocho de cada diez españoles «asegura hacer mayor uso de dispositivos con pantallas desde el confinamiento», pasando de 11 a 14 horas de consumo diarias. Esto equivale a estar 210 días al año mirando algún tipo de pantalla. La adicción digital es tal que un 80% de la población española, lo primero y último que hace cada día es mirar un dispositivo con pantalla, un gesto que se ha convertido en rutina, algo tan automatizado como lavarse los dientes después de comer y que en todos –o casi todos– produce un efecto placentero. Sin embargo, la satisfacción que da recibir un like o el entretenimiento que supone saber lo que ha comido nuestra celebridad favorita puede, con el tiempo, derivar en un efecto nocivo para nuestra salud.

Desintoxicación digital, redes sociales y (mala) salud

Aunque la adicción a la tecnología no está oficialmente reconocida en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM por sus siglas en inglés), varias profesionales pablo: mejor los expertos ya han empezado a alertar sobre los efectos negativos de una alta exposición a las pantallas y a las redes sociales. «Es habitual seguir en redes sociales a influencers, marcas o revistas cuyas publicaciones se asemejan más a anuncios publicitarios que al día a día de las personas en general», escribe la psicóloga y profesora de la UNED, Laura Reguera. Una imagen que, explica, puede generar «un conflicto interno cuando vemos que nuestra realidad no se corresponde con lo que se supone que debería ser». Ese choque al que hace referencia Reguera puede derivar en problemas de autoestima que, en el peor de los escenarios, provoquen trastornos de la conducta alimentaria.

Además de la falta de autoestima, un estudio publicado por Society for Research in Child Development concluye que el consumo tecnológico excesivo en adolescentes está asociado con un incremento del riesgo a padecer problemas mentales. «El incremento en el uso de las tecnologías digitales está relacionado con un aumento de los síntomas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y de los trastornos de la conducta». Sin llegar a estos extremos, un estudio elaborado por científicos del JFK New Jersey Neuroscience Institute y de la Universidad Seton Hall revela que el uso de redes sociales también afecta a la calidad del sueño. A lo largo de la investigación se concluyó que el 70% de los participantes usó las redes sociales dentro de la cama y, de ellos, un 15% utilizó el móvil durante una hora o más; un comportamiento que «aumenta la probabilidad de padecer ansiedad, insomnio y una reducción del tiempo de los ciclos del sueño».

La adicción a las pantallas y al uso de las tecnologías está creciendo de tal manera que los expertos sanitarios ya han puesto nombre a un nuevo trastorno derivado de este tipo de consumo: la nomofobia. Este, explican desde Sanitas, consiste en «el miedo irracional que sienten muchos usuarios a no disponer del teléfono móvil, bien porque se lo han dejado en casa, se les ha gastado la batería, están fuera de cobertura, han agotado el saldo, se lo han robado o, simplemente, se les ha estropeado». Un estudio elaborado por la agencia demoscópica YouGov –y por el que surgió el término– concluyó que el 44% de sus encuestados sentirían ansiedad si no pudieran comunicarse al instante con sus familiares y amigos.

‘Detox’ digital, nueva moda saludable

La desintoxicación digital es, según el diccionario Léxico de la Universidad de Oxford, «un periodo de tiempo durante el cual una persona se abstiene de usar dispositivos electrónicos como ‘smartphones’ u ordenadores, considerado como una oportunidad para reducir el estrés o concentrarse en la interacción social en el mundo físico». Un hábito que, a priori, suena fácil pero que, con los datos en la mano, se vislumbra como un ejercicio de verdadera fuerza de voluntad. A pesar de lo radical que puede sonar la palabra «desintoxicación» hay que tener en cuenta que existen muchas formas de llevar a cabo esta nueva práctica y que la recomendación por antonomasia de los expertos es ser realistas.

«Para muchas personas no es posible renunciar por completo a todas las formas de comunicación digital, especialmente si se necesita estar conectado para el trabajo, los estudios u otras obligaciones. Esto no significa que no se pueda disfrutar de los beneficios de una desintoxicación digital: la clave es hacer de la desconexión algo que funcione para nuestros horarios y nuestra vida», explican en Very Well Mind, un portal web escrito por profesionales de la salud. Una de las claves para iniciarse en la desintoxicación digital es establecer límites a la hora de acceder a los dispositivos. Estos pueden ser tan pequeños como activar el modo avión mientras se realiza otra tarea, como deporte, o algo más «drásticos», como apagar el móvil una hora antes de dormir y no volver a encenderlo hasta que no se esté listo para salir de casa.

La mayoría de los programas de desintoxicación digital que existen duran entre uno y tres días. Este debería ser el objetivo óptimo pero, si no se consigue, no hay que frustrarse. «El proceso a menudo trata más de establecer límites y asegurarse de que se están utilizando los dispositivos de una manera beneficiosa y no dañina para la salud emocional y física», recuerdan en Very Well Mind. Sea cual sea el grado de desintoxicación que se logre –y que se desee lograr–, lo cierto es que todos los estudios apuntan a que un uso más moderado y racional de los dispositivos tecnológicos ayuda a mejorar la calidad del sueño, a estar más centrado cuando se realizan actividades y a reducir la tendencia a sufrir estrés y ansiedad.

Fuente: Ethic

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