lunes, 28 de septiembre de 2020

¿Quiénes tuitean sobre investigaciones científicas? ¿y por qué?


Aunque Twitter es más conocido por su papel en el discurso político y cultural, también se ha convertido en una herramienta cada vez más vital para la comunicación científica. El registro de participación de los legos en las redes sociales se decodifica mediante un nuevo estudio publicado en la revista de acceso abierto PLOS Biology, donde investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, Seattle, muestran que los usuarios de Twitter se pueden caracterizar con un detalle extremadamente fino y casi sin explotar: cómo se describen a sí mismos los seguidores de esos usuarios. Este estudio revela algunos patrones emocionantes y, en ocasiones, inquietantes sobre cómo se recibe y se difunde la investigación a través de las redes sociales.

Los científicos tuitean con franqueza sobre su investigación inédita no solo entre sí, sino también a una audiencia más amplia de legos comprometidos. Cuando los consumidores de ciencia de vanguardia tuitean o retuitean sobre estudios que les parecen interesantes, dejan un registro en tiempo real del impacto que la investigación financiada por los contribuyentes está teniendo dentro y fuera del ámbito académico.

El autor principal del estudio, Jedidiah Carlson de la Universidad de Washington, explica que cada usuario de una red social tenderá a conectarse con otros usuarios que comparten características similares (como ocupación, edad, raza, pasatiempos o ubicación geográfica), un concepto sociológico conocido formalmente como "homofilia en red". Al aprovechar la información incorporada en las redes más amplias de usuarios que tuitean sobre un artículo, Carlson y su coautora, Kelley Harris, pueden describir la audiencia total de cada artículo como una combinación de múltiples grupos de interés que podrían indicar el potencial del estudio para producir avances intelectuales así como impactos sociales, culturales, económicos o ambientales.

En lugar de clasificar a las personas en grupos burdos como "científicos" y "no científicos", que dependen de los usuarios de Twitter para describirse con precisión en las biografías de su plataforma, Carlson pudo segmentar con precisión a los "científicos" en sus disciplinas de investigación específicas (como la evolución biología o bioinformática), independientemente de si mencionaron estas subdisciplinas en sus biografías de Twitter.

La categoría más amplia de "no científicos" se puede segmentar automáticamente en una multitud de grupos, como defensores de la salud mental, amantes de los perros, desarrolladores de videojuegos, veganos, inversores de bitcoins, periodistas, grupos religiosos y distritos políticos. Sin embargo, Carlson advierte que estos indicadores de participación pública diversa pueden no siempre estar en línea con los objetivos previstos por los científicos.

Se encontró que cientos de artículos tenían audiencias en Twitter dominadas por teóricos de la conspiración, nacionalistas blancos o negacionistas de la ciencia. En casos extremos, estos sectores de audiencia comprendieron más de la mitad de todos los tuits que hacen referencia a un estudio determinado, lo que ilustra claramente el adagio de que la ciencia no existe en un vacío cultural o político.

Particularmente a la luz de la desenfrenada apropiación indebida y politización de la investigación científica a lo largo de la pandemia de COVID-19, Carlson espera que los resultados de su estudio puedan motivar a los científicos a vigilar más de cerca el pulso de las redes sociales que rodean sus publicaciones e intervenir en consecuencia para guiar a sus audiencias hacia un compromiso productivo y bien informado.

Imagen: Compostela 24 Horas

Fuente: Antropologia Urbana

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