miércoles, 12 de febrero de 2025

Segundo Encuentro de Dios con el Hombre


Por Giovanni Pico Della Mirandola  (Mirandola, Ferrara, Florencia). (1463-1494). (Fragmento inconcluso) 

Hombre: ¡Dios mío, te pido si sientes todavía misericordia por mí, que anules el libre albedrío que me diste! 

Dios: ¿Cómo puedes rechazar el obsequio más grande que te he dado, el que te llevó a donde estás hoy? 

Hombre: ¿Cómo le puedes llamar regalo a lo que se me impuso? Tengo libre albedrío pero no por decisión propia, y estoy al borde del abismo por eso. ¡Jamás elegí poseerlo y tengo que seguir aunque no me guste! 

Dios: ¿Por qué quieres deshacerte de él? 

Hombre: Porque el libre albedrío significa responsabilidad moral, y tal responsabilidad, me he dado cuenta, es más de lo que puedo soportar. 

Dios: ¿Por qué te parece insoportable la responsabilidad moral? 

Hombre: ¿Por qué? Porque parece que tú te exiliaste de tu propia creación. Y así no lo soporto. 

Dios: Supongamos que te libero de la responsabilidad moral, ¿podrías soportar vivir así? 

Hombre: No lo sé, creo que no. 

Dios: ¡Ah! Me lo imaginaba. Así que la responsabilidad moral no es lo único que objetas al libre albedrío ¿Qué otra cosa te molesta de él? 

Hombre: Mientras tenga libre albedrío seré capaz de seguir pecando ¡y ya no quiero pecar! 

Dios: Entonces, si no quieres pecar, ¿por qué pecas? 

Hombre: No lo sé, simplemente me dejo llevar y peco. Las tentaciones vienen y por más que lo intento no logro resistirlas.

Dios: Si en verdad no puedes resistirlas, entonces no estás pecando por voluntad propia y por tanto, al menos así lo pienso, no estás pecando en absoluto.  

Hombre: ¡No, no! Sigo sintiendo que con que sólo lo procurara más intensamente podría evitar el pecado. Entiendo que la voluntad no tiene límite. Quién de todo corazón desea evitar el pecado, lo evita.  

Dios: Pues tú sabrás. ¿Tratas de evitar el pecado tan fuertemente como puedes o no?  

Hombre: Honradamente no lo sé. De momento siento que lo intento con todas mis fuerzas pero retrospectivamente me preocupa que quizá no haya sido así.  

Dios: En otras palabras, realmente no sabes si has estado pecando o no, de manera que es posible que no hayas pecado en absoluto.  

Hombre: Claro que eso es posible, pero tal vez sí haya yo pecado. Y eso es lo que me da tanto miedo.  

Dios: ¿Por qué te da miedo pensar que has pecado?  

Hombre: No sé por qué, por una parte tienes fama de que administras castigos bastante desagradables en la otra vida.  

Dios. ¡Así que eso es lo que te molesta! ¿Por qué no lo dijiste desde el principio en vez de incurrir en toda esa charla periférica sobre el libre albedrío y la responsabilidad? ¿Por qué no te limitaste a pedirme que no te castigara por tus pecados?  

Hombre: Me considero lo bastante realista como para saber que difícilmente me concederías tal petición. 

Dios: ¿A poco? ¿Así que tú tienes un concepto realista de cuáles peticiones concedo, eh? Bueno, te diré qué voy a hacer. Te concederé una dispensa muy, muy especial para que peques cuanto quieras y te daré mi palabra divina de honor de que nunca te castigaré por ello en lo más mínimo ¿De acuerdo?  

Hombre: ¡No, no, no, no hagas eso!

Fuente: UNAM

No hay comentarios.:

Publicar un comentario