A la sombra de la guerra se ha estado desarrollando una devastadora crisis humanitaria en Ucrania, dirigida contra las y los más vulnerables de la nación. Desde la invasión rusa, las y los niños ucranianos han estado en el centro de una estrategia genocida calculada destinada a destruir el futuro de Ucrania como nación.
El secuestro y el desplazamiento forzosos de estos niños ucranianos requiere una solidaridad global urgente para identificar, localizar y salvarlos del cautiverio ruso.
La amplitud de la crisis
Los números cuentan una historia escalofriante. Desde que la guerra comenzó en 2014 y se intensificó con la invasión a gran escala de Rusia en 2022, se estima que 1,6 millones de niñas y niños ucranianos se han visto afectados. Esta asombrosa cifra representa aproximadamente el 20% de la población infantil del país. A estos niños se les ha robado la vida, sacados de sus hogares y familias, se les ha despojado de sus identidades y se les ha sometido a traumas inimaginables.
En los primeros meses de la invasión a gran escala, las autoridades ucranianas documentaron 19.546 casos de niños secuestrados por la fuerza. Sin embargo, la verdadera escala de la crisis puede ser mucho mayor. El estricto apagón informativo de Rusia en los territorios ocupados ha hecho casi imposible verificar el número exacto de niños que han sido transferidos por la fuerza o su situación actual.
Los responsables rusos han proporcionado información preocupante sobre el alcance de los secuestros. Según las declaraciones, más de 700.000 niños ucranianos han sido reubicados en Rusia, superando con creces las estimaciones anteriores. Ahora se enfrentan a una sombría realidad: adoctrinamiento, abuso e incluso entrenamiento militar forzado.
Muchos de estos niños han perdido a sus padres en la guerra, quedando vulnerables y sin apoyo. Se les niega el acceso a los recursos jurídicos previstos por el derecho ucraniano o internacional, están atrapados en circunstancias terribles. Su ciudadanía, identidad y lazos familiares se borran sistemáticamente, dejándolos aislados e indefensos.
Los métodos de explotación
Los crímenes cometidos contra ellos son deliberados y multifacéticos, diseñados para despojarles de su herencia ucraniana y asimilarlos a la sociedad rusa. Estas atrocidades se manifiestan de varias maneras:
• Adoctrinamiento y limpieza étnica: El régimen ruso ha revisado el sistema educativo en los territorios ocupados para reeducar a los niños ucranianos a través del miedo y la presión. Al reescribir la historia, reemplazar los libros ucranianos con materiales rusos y negar la existencia de Ucrania, tienen como objetivo borrar su identidad nacional. Esta destrucción cultural sistemática es una piedra angular de su estrategia.
• Militarización: con tan solo 12 años son enviados a la fuerza a las academias militares rusas. Incluso dentro de las escuelas de los territorios ocupados, los cursos especializados les adoctrinan en el sistema militar ruso. Contra su voluntad, son entrenados para convertirse en futuros soldados, preparados para luchar contra su propia patria.
• Adopción forzada: Muchos son colocados en orfanatos rusos o adoptados a la fuerza por familias rusas. Esta separación de sus raíces ucranianas asegura que su conexión con su herencia se rompa definitivamente.
• Trata y explotación de seres humanos: Cuando los nombres y fechas de nacimiento se alteran, rastrearlos se vuelve casi imposible. Esto les hace vulnerables a la trata dentro de Rusia, donde la evidencia apunta a casos de explotación sexual, abuso y trabajo forzado.
Una clara violación del derecho internacional
Las acciones de Rusia no solo son moralmente reprobables, sino también violaciones flagrantes del derecho internacional humanitario. Los Convenios de Ginebra prohíben explícitamente el traslado forzoso o la deportación de civiles de los territorios ocupados. Artículos específicos abordan los derechos de los niños, subrayando la necesidad de una atención adecuada, educación y reunificación familiar, todo lo cual se niega sistemáticamente.
El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI) clasifica además tales actos como crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra. La deportación forzosa, particularmente cuando se lleva a cabo como parte de un ataque sistemático contra una población civil, cumple con los criterios para estos delitos graves. Al apuntar a los niños, el futuro mismo de Ucrania, la campaña de Rusia muestra una intención genocida, destinada a borrar la identidad cultural de una nación y socavar su soberanía.
La cruel estrategia detrás de los secuestros
El secuestro y la asimilación forzada son parte de una estrategia deliberada y siniestra. El objetivo de Rusia es borrar la cultura ucraniana cortando las conexiones de los niños con su herencia, idioma y familias. Esto se logra a través del adoctrinamiento, la militarización e incluso la adopción forzada.
Detrás de estos asombrosos números hay historias individuales de desgarros y resiliencia. Muchas y muchos de estos niños han perdido a sus padres en la guerra, dejándoles sin recurso legal ni medios para escaparse. Se enfrentan a abuso físico y emocional, y algunos corren el riesgo de ser víctimas de trata o explotados.
Las consecuencias psicológicas son inconmensurables. Los niños que son adoctrinados en la sociedad rusa se enfrentan a una crisis de identidad que podría tardar años, o incluso generaciones, en sanar. No solo se les priva de sus familias y cultura, sino que también se les niega el sentido de seguridad y pertenencia que todo niño merece.
Por qué hay que detener esto
El secuestro de niños ucranianos por parte de Rusia no es solo una crisis humanitaria, es una estrategia con implicaciones de gran alcance. Al apuntar a la próxima generación de personas ucranianas, Rusia busca debilitar la resistencia del país y socavar su futuro como nación soberana.
Las motivaciones demográficas detrás de esta campaña no pueden ser ignoradas. La disminución de la tasa de natalidad de Rusia y el envejecimiento de la población han creado una necesidad desesperada de jóvenes. Al desplazar a la fuerza a las y los niños ucranianos, Rusia está tratando de abordar su propia crisis demográfica a expensas del futuro de Ucrania.
Esta estrategia recuerda inquietantemente a las prácticas coloniales, por las que los niños eran sacados de sus culturas nativas y asimilados a sociedades dominantes. La historia nos ha mostrado el devastador impacto a largo plazo de tales acciones, tanto en individuos como en comunidades.
Movilizar la solidaridad
Se necesitan medidas decisivas para devolver a casa a los niños robados de Ucrania y garantizar su seguridad y bienestar.
Reunirlos con sus familias es más que una misión humanitaria, es una lucha por la justicia, la preservación cultural y el futuro de una Ucrania como nación. El momento de actuar es ahora.
En el Día Internacional del niño y la niña (1 de junio) se ha convocado una Marcha por la Niñez de Ucrania en Londres para exigir la libertad de los niños secuestrados por Rusia y la libertad de Ucrania de la ocupación.
Convocada por la Ukraine Solidarity Campaign/Campaña de Solidaridad con Ucrania, la Campaign for Ukraine/Campaña por Ucrania, Vsesvit y otras organizaciones ucranianas junto con los sindicatos nacionales GMB, ASLEF, NUM y PCS, esta Marcha es un llamamiento a la acción para que el movimiento obrero y la sociedad civil en general tomen una posición clara en favor de la justicia para las niñas y niños víctimas del imperialismo y el fascismo rusos.
Más información en:
Fuente: Sin Permiso
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