martes, 11 de marzo de 2025

Doblar la apuesta: una estrategia de Occidente para Ucrania y para sí mismo


Tres años después del 24 de febrero de 2022, los europeos aún no han comprendido el significado profundo de la agresión rusa contra Ucrania, ni sus implicaciones dentro de Ucrania y más allá de sus fronteras. Los estadounidenses, conscientes de los desafíos en términos de seguridad mundial que se juegan en el Lejano Oriente, se aferran a la ilusión de una alianza secundaria, ignorando las consecuencias nefastas de cualquier compromiso con el régimen de Putin, incluso para Rusia misma. Basándose en estos principios fundamentales, más de 600 líderes políticos, parlamentarios y académicos consideran que los estadounidenses y los europeos no tienen otro camino que asignar finalmente a Ucrania todos los recursos que le permitan derrotar militarmente a Rusia.

Con los ataques híbridos de Rusia en el mar Báltico, Rumania, Dinamarca, Alemania, Moldavia y Georgia aumentando en número y fuerza, hemos llegado a un punto crítico. Es momento de reconocer que la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania es solo un componente de un proyecto más amplio destinado a fragmentar y debilitar de manera permanente a Occidente.

En este contexto, cualquier escenario que implique el congelamiento del conflicto –especialmente si conlleva el despliegue de tropas europeas a lo largo de una línea de demarcación– equivaldría a sancionar de facto la partición de Ucrania.

Esto no solo condenaría a millones de ucranianos a la servidumbre bajo el yugo de Putin y traicionaría la memoria de decenas de miles de soldados y civiles ucranianos asesinados, sino que también sentaría un peligroso precedente.

Cualquier Estado podría entonces sentirse legitimado para usar la fuerza con el fin de anexar nuevos territorios, incluidos algunos extremadamente vulnerables en el Lejano Oriente ruso, como Manchuria Exterior, que Rusia anexó en el siglo XIX.

El argumento de que solo los ucranianos deben decidir las condiciones de paz con Rusia parece cada vez más una cortina de humo que utilizan ciertos Estados occidentales que buscan eludir sus responsabilidades.

Sin embargo, los valores e intereses que defienden los ucranianos coinciden plenamente con los que todo Occidente tiene la obligación de proteger. La seguridad, estabilidad y supervivencia de Occidente dependen directamente de la seguridad, estabilidad y supervivencia de Ucrania. De la misma manera, la seguridad de Estados Unidos es inseparable de la de Europa.

Ha llegado, por lo tanto, el momento de que Occidente en su conjunto responda a la agresión total de Rusia con una estrategia integral. Para ello, debe definir claramente los objetivos políticos y militares que permitan eliminar la amenaza que Rusia representa hoy. Al mismo tiempo, debe enviar una señal clara a todos aquellos dentro de la oligarquía rusa que reconocen la catástrofe que el círculo de guerra de Putin está preparando para Rusia.

Occidente debería exigir a Rusia:
  • La retirada de sus tropas de todos los territorios ucranianos actualmente ocupados.
  • La liberación de todos los ucranianos encarcelados, incluidos soldados, civiles, niños secuestrados y adultos “condenados” por cualquier motivo.
  • El pago de compensaciones a todas las familias de soldados y civiles ucranianos asesinados y heridos, así como por toda la infraestructura destruida.
  • El desmantelamiento de sus bases militares en Abjasia, Osetia del Sur, Transnistria y Armenia.
Occidente también debería:
  • Garantizar la celebración de elecciones libres en Georgia y Bielorrusia bajo estricta supervisión internacional.
  • Apoyar el legítimo reclamo de Japón sobre las islas Kuriles de Kunashir, Iturup, Shikotan y Habomai, ocupadas por Rusia desde 1945.
  • Aprobar la membresía de Ucrania, Moldavia, Georgia y Armenia en la OTAN.
La implementación de estas medidas debería incluir al menos las siguientes acciones:
  • Crear dentro de la OTAN un fondo especial de 300,000 millones de euros, sin contar los fondos rusos congelados, para suministrar a Ucrania armamento moderno por un valor de 100,000 millones de euros anuales durante los próximos tres años, con contribuciones de los Estados miembros en proporción a su PIB.
  • Desplegar permanentemente, bajo el mando de la OTAN (como en Alemania durante la Guerra Fría), 300,000 soldados europeos en todos los países de primera línea dispuestos a participar –Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia y Rumania–, posicionados para intervenir rápidamente en caso de necesidad.
  • Establecer dentro de la OTAN una estructura similar al COCOM de la Guerra Fría para garantizar el cumplimiento de la prohibición total de exportaciones de armas y tecnologías de doble uso a países totalitarios, especialmente China, Rusia, Irán y Corea del Norte.
  • Imponer sanciones en todos los países miembros de la OTAN contra Bidzina Ivanishvili, líder del partido Sueño Georgiano y el caballo de Troya de Putin en Georgia, así como contra todos los individuos georgianos implicados en el fraude de las recientes elecciones en Georgia.
Además de las urgentes razones políticas, de seguridad y morales ya mencionadas, esta extraordinaria ayuda militar de 300,000 millones de euros o 300,000 millones de dólares para Ucrania representaría apenas el 0.25 % del gasto anual de los Estados miembros de la OTAN. Sería la mejor garantía de que estos países no tendrán que gastar en el futuro un 3 % o más de su PIB en defensa.

¿Acaso la libertad del pueblo ucraniano y nuestra seguridad no valen un esfuerzo presupuestario de unas pocas décimas de punto porcentual?

Firmantes:

Viktor Yushchenko, expresidente de Ucrania
Indulis Berzins, historiador, diplomático, exministro de Relaciones Exteriores, Letonia
Carlo Calenda, senador, exministro, Italia
Walter Clemens, asociado del Davis Center for Russian and Eurasian Studies, Universidad de Harvard; profesor emérito de Ciencia Política, Universidad de Boston, EE. UU.
... (600 firmantes)

Fuente: Letras Libres

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