A lo largo de sus 200 años, Bolivia aplicó modelos extractivistas con periodos de bonanza que parecieran no haber cambiado la precaria situación de su población y, sobre todo, su dependencia en la explotación de los recursos naturales no renovables. Plata, estaño, caucho, oro, gas, y (si se hubieran hecho mejor las cosas) litio, podrían incluirse en la lista de productos explotados que una vez agotados dejaron una interrogante: ¿a dónde fue tanta riqueza?
Algunos lo llaman “la maldición de los recursos naturales”: un país rico en naturaleza, mas pobre en desarrollo humano y calidad de vida.
Sin remontarnos mucho tiempo atrás, en los últimos 24 años las exportaciones de Bolivia han aumentado dramáticamente en cuanto a productos tradicionales (hidrocarburos y minerales), es decir aquellos que provienen del extractivismo; mientras que las exportaciones de productos no tradicionales (manufacturas) se mantienen marginales, incluso cuando entre éstos se incluye a la soya y sus derivados.
En una entrevista exclusiva con La Nube, la Representante del Grupo Banco Mundial en Bolivia, Camille Nuamah, se refirió a esta realidad y enfatizó que los modelos de desarrollo deberían centrarse en el aprovechamiento eficiente de los recursos naturales y en la generación de economías que no dependan exclusivamente de éstos.
Nuamah participó en el foro Bolivia: Desarrollo en Transición ¿Estamos listos para cambiar el rumbo?, organizado por el PNUD y la UPB el sábado 2 de agosto en la Feria Internacional del Libro de La Paz.
En el evento se habló sobre el desarrollo humano, la situación económica del país, y la oportunidad de sacar provecho de toda crisis. “Es urgente entender el medioambiente como una variable fundamental”, manifestó Fernando Aramayo, coordinador de Programas del PNUD Bolivia. “Es evidente que el planeta ha llegado a un nivel de agotamiento, la condición material para poder continuar con este modelo de desarrollo”.
Nuamah, por su parte, amplió su percepción del medioambiente como componente de la economía y el desarrollo.
—¿Qué importancia tiene el medioambiente en una transición de modelo económico y desarrollo del país? ¿Qué importancia hablando de extractivismo y sostenibilidad?
—Al igual que gran parte de América Latina, Bolivia tiene enormes activos naturales, lo que ha llevado a que tradicionalmente se priorice una estrategia de desarrollo centrada en los recursos naturales, poniendo en segundo lugar el potencial de las personas. Sin embargo, creo que hoy en día la gente está empezando a entender y tener conciencia de que estos activos naturales no son inagotables y deben ser bien gestionados.
Por este motivo, la mayoría de los países están comenzando a diseñar estrategias orientadas a un uso más eficiente y sostenible de sus recursos naturales. Me parece que esta reflexión también está cobrando fuerza en Bolivia.
Muchos otros países que no tienen recursos naturales se han enfocado en producir bienes y servicios para la exportación y así construyen su economía basada en ese intercambio, sin depender tanto de los recursos naturales. El desafío para Bolivia es descubrir esas otras áreas de crecimiento.
Considero que hoy en Bolivia hay bastante conciencia sobre este tema. Recientemente estuve en Beni y pude ver cómo las comunidades combinan la agricultura de subsistencia con cultivos que les generan ingresos adicionales. Han comprendido la importancia de los sistemas agroforestales manteniendo árboles de castaña y otras especies, e incluso cultivando alimentos dentro del propio bosque.
Así que no se trata solo de conservar los recursos naturales, sino también comprender cómo fortalecer el desarrollo de los recursos humanos para que puedan impulsar economías autosostenibles, sin depender exclusivamente de los recursos naturales.
—¿Qué recomendarías para ello?
—Pienso que una de las áreas en las que el país puede avanzar es en la mejora continua de la gestión del uso de la tierra. Para esto, es importante desarrollar regulaciones y brindar asistencia técnica que ayuden a las personas a comprender cómo utilizar la tierra de manera eficiente, pero también de forma que se protejan los servicios ambientales que esta provee.
Actualmente, en Bolivia, muchos agricultores siguen empleando métodos agrícolas tradicionales heredados, varios de los cuales son muy positivos para la conservación. Sería ideal que estos productores pudieran sumar nuevas técnicas que les permitan enfrentar los desafíos climáticos emergentes. Ese es un aspecto relevante.
Por otro lado, en algunos países existe una variedad de derechos de propiedad y de uso de la tierra: derechos para cultivar, recolectar productos forestales, utilizar el agua, participar en actividades de ecoturismo, entre otros. A menudo, estos derechos son compartidos entre distintos actores.
Una de las acciones más importantes que se podría impulsar en Bolivia es buscar una mayor eficiencia en el uso y protección de los recursos de tierras. Por ejemplo, en vez de criar una vaca por hectárea, mediante nuevas técnicas de rotación y manejo, podría ser posible criar hasta cuatro vacas por hectárea, lo que reduciría la presión para expandirse hacia áreas más sensibles. Por lo tanto, la eficiencia en el uso de los recursos naturales resulta fundamental.
Otra área clave es la protección del agua durante su uso. Por ejemplo, se puede pasar de sistemas de riego tradicionales a riego por goteo, e incluso utilizar energía solar en lugar de turbinas para la generación de electricidad. Existen muchos ejemplos y prácticas ya desarrolladas en este sentido.
Considero que, en muchos países ricos en recursos naturales, la urgencia de valorar y proteger estos recursos no ha sido tan apremiante hasta ahora, cuando ya se sienten los efectos del cambio climático. Es posible que se puedan extraer lecciones de otros países que, al contar con menos recursos naturales, han aprendido antes a utilizarlos de manera más eficiente.
—En tu exposición hablaste sobre focalizar la asistencia social, ¿cómo se lo puede hacer?
—En las últimas dos décadas, los programas laborales y de protección social del Grupo Banco Mundial han ayudado a más de 222 millones de personas en 72 países. A abril de 2025, el Banco Mundial está proporcionando $us 29.500 millones en financiamiento.
De nuestra experiencia vemos que focalizar los sistemas de protección social y aumentar su eficiencia podría: (i) asegurar que los más vulnerables, que no pueden involucrarse efectivamente en el sector productivo, tengan sus necesidades básicas satisfechas; (ii) apoyar a que los que pueden ser más activos en el sector productivo, logren hacerlo; y (iii) apoyar a los hogares a responder a los choques que pueden revertir su progreso productivo y económico hasta un punto no reversible.
La estrategia de protección social del Banco Mundial se detalla en detalle en el informe de 2022 “Trazando un rumbo hacia la protección social universal“, y nuestro reciente Informe sobre el Estado De La Protección Social 2025 que sugiere varias formas de fortalecer los sistemas locales. La mayoría de estas recomendaciones también se aplican a Bolivia.
• Orientar el gasto social hacia los más necesitados.
• Mejorar la focalización y entrega de beneficios usando datos y registros integrados.
• Adaptar el apoyo según el tipo de hogar para fomentar la autosuficiencia.
• Optimizar la gestión de programas con tecnología y pagos digitales.
• Usar alertas tempranas para responder mejor a crisis.
Fuente: Acceso
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